BIENVENIDA ADAPTACIÓN

18 Septiembre 2013

Juanma Velasco | Bilbo

Valverde-1

Valverde durante un entrenamiento | Foto: Unai Zabaleta

El Athletic  de Valverde sigue en construcción. Y bendita construcción. ¿Cuántos técnicos querrían dar forma a su equipo con nueve puntos sumados sobre 12 posibles? Pocos son los que podrían rechazar la oferta. Seguro que el Txingurri no está del todo satisfecho con lo ofrecido por sus futbolistas en este arranque de campeonato, pero queda claro que la bonanza clasificatoria hace que la asimilación de conceptos pueda hacerse con otro talante. El entrenador rojiblanco sigue dando forma a lo que quiere. Y buen reflejo de ello es que después de cuatro jornadas ha utilizado a todos los futbolistas a su disposición salvo a tres: Toquero, Albizua y Etxeita.  Mover tanto las piezas pone las orejas tiesas al vestuario porque el entrenador ya ha dejado claro que el que juega un domingo puede pasar al siguiente a la grada.

Los leones reconstruyen su ideario futbolístico después de dos años a las órdenes de Bielsa, un técnico antagónico a Valverde en cuanto al reparto de minutos en el plantel. Observe si no lo que duró la apuesta por Raúl Fernández o las pocas apariciones que hubo de jugadores del filial. Ahora, la pauta es diferente. Y el público debería asumirlo y entender que las crucifixiones públicas hay que desterrarlas. Valga como referencia lo vivido el pasado lunes con Herrerín, del que después de un mal partido (él mismo lo ha calificado así entre sus allegados) se pone todo en duda: que si es alegre en sus salidas, que si no mide, que si….Pues bien, este Herrerín es el mismo por el que una amplia mayoría de seguidores apostó al comienzo de temporada  y aplaudió con garbo después de su estreno en Anoeta.

El caso Herrerín se resume en la necesidad de tener paciencia. Con él, con Morán, con Iturraspe, con Iraizoz, que seguro que volverá durante muchos partidos durante la presente temporada, y, por supuesto, con Valverde. No hay entrenador amigo de meterse en zanjas sin más motivo que el de demostrar que puede salir de ellas. Si Valverde rota y baila futbolistas de un día para otro será por algo y habrá que darle margen para que defienda sus principios de actuación. Más ahora, cuando los puntos le conceden un estado de aparente tranquilidad.

Y si el equipo está en proceso de hacerse reconocible, qué decir del campo, afectado ahora por un estreno lluvioso. El lunes descubrió que San Mamés tiene goteras (subsanables y a punto de ser atajadas según los responsables de la cubierta) y que durante una larga temporada cada vez que llueva serán muchos los que se mojen. El club había creído acotar el perjuicio a la inconclusión de la cubierta, pero el daño es mayor. La tribuna que queda sin construir multiplica el efecto de la lluvia en zonas en las que el chubasquero o la capa de montaña debería ser un elemento prescindible. Seguro que los  afectados rezan por un invierno seco. Si llueve, pueden darse por resfriados.

 

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