RECUERDOS DE SAN MAMÉS

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27 Mayo 2013

Iñigo Ramírez

Hola Sanma:

Se acerca la hora de decirte adiós. Me da mucha pena. Cuántos recuerdos. Hablar de ti es hablar del Athletic. Me he puesto a pensar desde cuándo soy del Athletic y me he dado cuenta de que no recuerdo no haberlo sido. Pero qué te voy a contar que no sepas. Ya sabes que a todos los bebés de Bizkaia cuando nacemos y nos dan un “txalo” en el culo para ver si respiramos, no lloramos sino que gritamos “¡Athleeeeeeetic!”.

Recuerdo la primera vez que siendo un niño me puse la equipación del Athletic. ¡Qué bonita me parecía la camiseta rojiblanca! ¡Cómo me gustaban el pantalón negro y las medias!

Recuerdo la sorpresa que me dio mi padre un día, justo antes de comer. Yo tenía 8 años. Me dijo: “Iñigo, pásame el carnet del Athletic”. “Aita, hay dos”. “¿Cómo que hay dos? ¿De quién es el otro?”. Lo abrí (en aquel entonces era el carnet marrón oscuro que se abría) y dentro venía mi foto. No me lo podía creer. Me había hecho socio. Qué emoción.

Recuerdo la primera vez que fui a verte. Lo primero que me llamó la atención fue el previo: nunca había visto tanta gente yendo junta un mismo sitio.

Eso acentuó mi nerviosismo. “¡Venga aita, date prisa!” le gritaba. Y mi padre se reía. Y llegamos. ¿Qué era esa cosa tan grande? Yo alucinaba. Mientras subíamos me agaché un momento y grité: “¡Aita aita mira! ¡Desde aquí se ve la hierba! ¡Mira qué verde es!”. Mi padre tenía una sonrisa de oreja a oreja.

Entramos por la puerta 22. Subí el primer tramo de escaleras, luego el segundo y llegué a la puerta de acceso a la tribuna. La sensación de entrar por primera vez a La Catedral, y más siendo un niño, y del Athletic, es una “experiencia religiosa”, que diría el ínclito Enrique Iglesias. Ante mis ojos se extendía el césped más verde que había visto nunca, el verde irrepetible e incomparable que tenía el San Mamés de 1.979. Era un día soleado. Me encantó el contraste entre sol y sombra en una misma tribuna. La sombra del arco se proyectaba sobre la hierba creando un autorretrato para aquellos como yo que, por estar justo debajo de él nunca hemos podido verlo durante un partido.

El ambiente era fenomenal. En cuanto al partido no recuerdo mucho, creo que fue contra el Hércules. Lo que sí recuerdo era que en nuestra portería había una figura impactante; un tal Jose Angel Iribar Kortajarena, Dios para los seres terrenales.

Sin saber nada de fútbol siendo un niño, era una figura que, sin saber muy bien por qué, destacaba sobre todos los demás: desprendía magia, era algo especial, inexplicable con palabras, había que estar ahí para comprobarlo.

En aquella época mi padre tenía relación laboral con el Athletic y un día me llevó a Lezama. No recuerdo cómo pero en aquella visita acabé … PELOTEANDO CON ESTANIS ARGOTE!!! Un sueño hecho realidad.

3 años después vino “mi” primer título. Cómo jugaba ese equipazo, sobre todo en casa. Recuerdo la última jornada, pegado a la radio, escuchando el partido de Las Palmas, esperando noticias del partido del Madrid en el Luis Casanova. Cuando todo acabó, la alegría fue inmensa. Toda Bizkaia era una fiesta. Y lo que vino poco después… LA GABARRA.

Sin clase en todo Bizkaia, yendo al Marítimo a recibir a los jugadores, siguiéndoles desde el Puente Colgante hasta el ayuntamiento, sin parar de agitar mi bandera rojiblanca. Inenarrable. Y al año siguiente… ¿quieres café? ¡Toma dos tazas! ¡Doblete! Mejor dicho, triplete. Liga, Copa y Supercopa, ya que entonces, al ser campeón de las dos competiciones el mismo equipo, el partido no se jugaba y te lo daban automáticamente. Tuve la suerte de estar en el campo y vivir los dos goles de Liceranzu; nunca olvidaré ese minuto 34 de la segunda parte, con el córner sacado por Argote y el cabezazo de “Rocky” que nos daba la Liga.

Todos los componentes del equipo campeón eran jugadorazos, pero yo tenía debilidad por el gran capitán: Dani.

De Dani admiraba todo, hasta su voz: le oías hablar y te impresionaba, tenía una voz grave que imponía respeto y carisma. Pero como jugador era todo garra y sobre todo inteligencia. Sabía dónde tenía que estar en el momento oportuno para marcar gol y así acabó siendo el segundo mayor goleador de la historia del club, por detrás de un tal Telmo Zarra. Inolvidable e ilustrativo el 2-1 contra el Madrid en San Mamés que nos dio media Liga.

Con los años me cambié a mi localidad actual, también en la tribuna principal alta. Te sientes donde te sientes, tendrás que reconocer Sanma que tus asientos han albergado algunas de las posaderas más curiosas, extravagantes, txirenes o como lo quieras llamar, del mapamundi de Bilbao. Recuerdo que había uno que cuando decía algo, lo decía varias veces en plan: “Anda bien Garitano ¿eh? Anda bien Garitano ¿eh? Anda bien Garitano ¿eh? Anda bien Garitano ¿eh? Anda bien Garitano ¿eh?”. Había otro que a todos los jugadores extranjeros rivales les insultaba llamándoles “indios”, independientemente de su nacionalidad. Recuerdo cuando con el Zaragoza vino… ¡Brehme! un alemán rubio que parecía un genuino representante de la raza aria y aquí el amigo se levantó y le empezó a gritar “¡¡Indioooo cabróoooon!”. “¡Pero si es alemán!” “Da igual, también es un indio” J. O ese que al final de una derrota siempre se levantaba diciendo: “Bueno, vamos pa la conejera. Lo malo de esto es que ahora lo paga la parienta”.

He visto debutar a muchos y grandes jugadores, pero de los últimos años no puedo dejar de referirme a dos. El primero supuso una revolución a todos los niveles: Julen Guerrero.

Ya se ha hablado por activa y por pasiva de lo que supuso Julen, tanto deportiva como socialmente. Yo me quedo con mi primera impresión: no se trataba sólo de que prácticamente inventará lo que hoy día conocemos como media punta (lo que a los periolistos les ha dado por llamar últimamente “enganche”). Es que todo lo que hacía, lo hacía con un sentido increíble, yo nunca había visto jugar a nadie así (su debut me pilló ya con 21 años). Recuerdo su primera visita al Bernabeu. No marcó pero hizo un partidazo y dejó a todo el mundo flipado.

El otro debut que me impresionó fue el de Joseba Etxeberria, en la infumable temporada de Stepanovic.

Ese partido contra el Racing fue como una revelación. Joseba no es que fuera rápido, ¡es que era un rayo! Ese partido (y muchos después) hizo lo que quiso con la defensa rival. Se destapó como un goleador, asistente y abre-defensas brutal.

Cuántos partidos memorables: recuerdo haber visto al Liverpool de Ian Rush en San Mamés, al Girondins de Burdeos, a la Juve de Zidane… ¿Cuáles son mis favoritos?

Voy a empezar de más reciente a más antiguo. Los de la Europa League del año pasado contra Manchester United y, sobre todo, Sporting de Lisboa, tuvieron un ambiente increíble. La vuelta de la semifinal de Copa contra el Sevilla en 2009 fue algo especial, tremendo. El partido de Liga contra el Zaragoza que nos proclamó segundos y clasificó para la Champions en la temporada del Centenario fue espectacular…

Pero creo que hay un partido que, en cuanto a ambiente, destaca muy por encima de todos los demás en los 33 años que llevo yendo a verte Sanma; y ese no es otro que el Athletic-Newcastle del 1 de noviembre del 94, partido de vuelta de la UEFA.

Mas allá del hecho de que hubo un gran hermanamiento con la afición de “Las Urracas” por su señorial comportamiento en el partido de ida, había algo en el ambiente ese día que era diferente a cualquier otro partido. No sabría explicarlo, pero se notaba. Y en cuanto empezó el partido… todavía había vallas y no había asientos en los fondos, y el griterío era ensordecedor (Nota: ojalá pudiéramos recuperar la mitad de ese ambiente, por cierto). Queda para la posteridad la grabación de ETB del partido: creo que nunca jamás he escuchado un griterio igual al producido por el gol de Ziganda a los ingleses.

Las imágenes del final del partido con la afición en el césped celebrando el triunfo para más tarde acercarse al córner donde estaban los del Newcastle gritándose mutuamente ¡Athletic! y ¡Newcastle! ya han pasado a la Historia.

Sanma, he tenido la suerte de pisarte 2 veces al acabar un partido. La primera vez fue en el último partido de Liga contra el Tenerife, en la época de Heynckes, cuando nos clasificamos para la UEFA. Al ver que la gente saltaba al campo, como estaba en tribuna alta, salí del campo y volví a entrar por la tribuna baja para saltar al campo… según puse un pie en la hierba, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y los pelos de mis brazos se pusieron firmes como un batallón de soldados.

Me fui adentrando en el campo, acercándome hacia la portería de Misericordia, y en ese momento me di la vuelta para tener una visión panorámica tanto del césped como de las gradas … y me sentí un privilegiado de vivir ese momento. Inmediatamente me vino a la cabeza el privilegio que supone jugar en el Athletic y en La Catedral cada 15 días. En ese momento comprendí que la frase “yo pagaría por jugar en el Athletic” no es un brindis al sol. Es un hecho, al alcance de muy pocos elegidos.

Volví a pisarte en la última jornada de la primera temporada de Luis Fernández, la que nos clasificamos para la UEFA con gol de Guerrero contra el Depor (¡jugado un lunes!) y las sensaciones fueron las mismas.

Aunque no tenga nada que ver con el fútbol, he tenido el placer de ver a 3 monstruos del rock, los Rolling Stones, AC/DC y Bruce Springsteen y lo que ya de por si era un disfrute se multiplicó por mil por el hecho de estar ahí, en mi segunda casa, en un sitio mágico.

Podría estar durante horas rememorando sentimientos, recuerdos, jugadores, rivales, resultados, compañeros… pero prefiero guardármelos para este domingo y que fluyan las sensaciones de lo que seguro que va a ser un día muy especial. Sólo decirte que si conseguimos mantener la mitad de tu esencia en ese clon que te hemos hecho (y que la verdad es que tiene muy buena pinta), todos los que formamos la familia Athletic seremos afortunados.

Te vas y dejas un vacío enorme, no sólo futbolístico, también en la propia fisonomía de la Villa. ¿Qué haremos ahora sin ver el escudo desde Pozas? ¿Tendremos el arco en algún sitio de la ciudad? Todos los vivos te hemos tenido toda nuestra vida ahí, tras el Sagrado Corazón, junto a la Misericordia… Lo que quiero decir, básicamente, es que te has colado en nuestros corazones y te vamos a echar mucho, muchísimo de menos.

Descansa en paz amigo y gracias, gracias y mil veces gracias por los ratos que me (nos) has hecho pasar. Nunca jamás te olvidaremos, no podremos aunque queramos porque les seguiremos hablando de ti a nuestr@s hij@s desde el nuevo campo, señalando con el dedo y diciéndoles: “¿Sabes? Ahí estaba San Mamés, el mejor campo de fútbol del mundo”.

ESKERRIK ASKO!! AGUR SAN MAMES!!

 

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