Beñat García, el niño que le ganó al tiempo


BEÑAT, EL NIÑO QUE LE GANO AL TIEMPO
Espacio, tiempo y engaño, tres herramientas que definen, atendiendo a una lectura comprensiva de las reglas del juego, el paradigma complejo sobre el que se comprende el desarrollo de este, que facilitan la comprensión de las personas-futbolistas que intervienen en él y determinan los procesos de formación, desarrollo y entrenamiento.
En el análisis del juego en su expresión colectiva y también en la individual, en el conocimiento de la persona que juega al fútbol, habitualmente sólo se hace uso del espacio como instrumento de análisis y eje central sobre el que alcanzar conclusiones; no es difícil encontrar referencias permanentes a los sistemas de juego, a las demarcaciones o a las estructuras (una forma moderna de hablar de sistemas sin dar uso a la palabra en la creencia de usar el lenguaje en beneficio de la sofisticación del ejercicio de apariencia), el espacio, sin duda trascendente para comprender el desarrollo de este juego, es el elemento mas fácilmente identificable a ojos de cualquier observador, pero también un poderoso arma de destrucción masiva cuando en el afán por construir certezas se utiliza como limitante del rendimiento pues no ha y mayor amenaza de este juego que la pretensión de eliminar la incertidumbre mecanizando comportamientos para convertirla en predictibilidad, diseñar perfiles para eliminar cualquier atisbo de creatividad o definir demarcaciones para limitar a las personas-futbolistas en su capacidad de interactuar en el desarrollo del juego. El juego, al que no se le pueden poner puertas y tiene una expresión de comportamientos infinita e incierta, conserva el poder de cuidar, respetar y permitir que sea la interacción del talento quien termine por imponerse en su desarrollo y cada tanto deja lugar a los “especiales” para expresarse, “especiales” que juegan contra la voluntad de ser encerrados, contra el dogmatismo y la tiranía de las obligaciones espaciales y hacen del tiempo y el engaño los compañeros de viaje imprescindibles para hacer del espacio un valor diferencial; uno de los últimos en aparecer en Lezama es Beñat García, un niño que ha decidido ganarle la partida al tiempo para hacer del engaño la mejor manera de intervenir en el espacio, más permítanme que podamos conocer mejor a este cachorro con pinta de León desmontando los habituales mitos que acechan en forma de amenaza el desarrollo de las capacidades de los jóvenes.
Beñat ha decidido derribar la limitante jaula que delimita el espacio en demarcaciones, definido cartesianamente como media punta para satisfacer la necesidad de quienes quieren otorgar sabiduría en la explicación externa, el cachorro camina con naturalidad por diferentes espacios del centro del campo, su talento individual, su relación con la pelota, sus herramientas de intervención, su técnica individual, le permite encontrar el tiempo adecuado para resolver situaciones con independencia del lugar del campo por el que transite, puede ser preciso y rápido en la intervención de primera o mucho más veloz aún en el ejercicio de la pausa que le permite quedarse con la pelota un tiempo más, casi eterno como si pudiera cogerla con la mano, para ver más allá de lo que todos ven, para derribar el mito de decidir antes de recibir, decidiendo decidir en el tiempo adecuado de cada acción, el preciso, ni más ni menos, esa facilidad para ejecutar en el momento adecuado le facilita el engaño porque ve lo que otros no ven tras haber anunciado lo que todos perciben con claridad, ese nivel de destreza técnica hace que el lugar donde actúa no sea limitante tan solo condicionante para elegir la mejor respuesta y enseñar un futbolista capaz de jugar con eficiencia y plasticidad en todos los lugares del centro del campo.
Beñat afronta el reto de luchar contra la amenaza de las comparaciones, lo hace de forma natural, espontanea, puede que inconsciente o quizá no sólo el sabe; El ávido deseo de los observadores externos de encontrar un modelo que lo identifique ha puesto frente a su día a día a Oihan Sancet en su horizonte, ya se sabe que ante una conducta mínimamente parecida en la expresión del juego, un gesto o una acción técnica concreta desarrollada en un espacio en concreto rápidamente construye modelos destructivos de comparación, destructivos para el comparado y el “comparante”. Beñat pocas cosas tiene que ver con Oihan, sus tiempos de intervención son mas propios de un “facilitador de mejora de escenarios” de un “organizador” que, de un finalizador serial, necesita escenarios que favorezcan una participación más recurrente y encuentra el tiempo para intervenir en mas lugares del campo, en mas alturas y con mas asiduidad que lo hace Oihan.
Beñat también debe luchar con las supuestas exigencias físicas a lograr para ser futbolista, mejorar sus ritmos, fortalecerse, etc. etc…La obsesión de dividir y trocear para comprender y para construir nos aleja cada vez más de entender a la persona-futbolista como una unidad funcional indivisible, es verdad que el desarrollo fisiológico tiene que convertir el cuerpo de un niño en el de un atleta adulto preparado para jugar al futbol, pero es mentira que los requerimientos físicos sean frutos de la definición previa de un perfil, mucho menos de una demarcación y peor aún si responde al requerimiento de un estilo, normalmente ese proceso fisiológico, que consiste en un desarrollo equilibrado musculo-esquelético y de sus sistemas energéticos que le habilite un estado de salud optimo para la practica del juego, desarrolla una motricidad que tiene una relación directa con su conocimiento del juego, el futbolista desarrolla su motricidad, su capacidad de movimiento para adecuar sus respuestas en función de la comprensión que tiene del mismo y la expresa de forma práctica para llegar a los lugares y aparecer en los espacios en el tiempo que corresponde. Beñat un maravilloso lento, capaz de ver mientras camina, capaz de caminar para ocupar en el momento adecuado no tiene una expresión motriz exuberante a los ojos del observador, pero si eficiente a las necesidades del juego. Beñat está cuando corresponde donde corresponde y esa es la expresión excelsa de la interpretación del tiempo como herramienta para participar en el momento y lugares adecuados, hacerlo más rápido en una expresión de carrera lineal, más musculoso o fuerte en el ejercicio de gimnasio no le va a permitir una mejor interacción, Beñat sólo necesita completar el proceso de cualquier chico para convertirse en futbolista profesional, preparar su cuerpo para ser un atleta que juegue al futbol.
Beñat, un niño que le gana al tiempo, para hacer del engaño su forma de expresión en el espacio, el próximo León está a puntito para salir del horno y pinta dulce, dulce, dulce